Hola! Me llamo Iván.
Me gustaría empezar con una frase
sobre mí, para poner en contexto el antes y el después desde la adopción de
Misty, una gatita de 16 años.
Hasta hace unos meses era un
farmacéutico hiperracional, calculador, lógico, rígido, y egocéntrico.
Mi conexión con Eva ha sido una
gran suerte, una maravillosa sincronicidad, que pone de manifiesto que las
casualidades no existen.
Misty es una gata que requiere de
una atención y de unos cuidados específicos y constantes. Tiene insuficiencia
renal, la columna deformada por una pedrada, una marcada pérdida cognitiva, y
una ligera pérdida olfativa y auditiva. Además, de los tres miembros que
formaban su familia humana desde hacía 15 años, dos fallecieron, y el otro
ingresó en una institución especial.
En el último año todo fue un calvario
para ella: cambios de entorno, cambios de familia, cambios de hábitos, cambios
de alimentación, falta de atención, soledad… Hasta que llegó a mí a través de
una amiga, conocedora de mi pasión por los felinos.
Misty (y como observó Eva, la
asombrosa sincronicidad de su nombre con el misticismo) llegó en un momento en
el que yo ya no creía en absolutamente nada. Para mí, la vida era meramente
trabajar para ganar dinero, pagar facturas, y gastar para disfrutar... La vida
que nos han enseñado, y la vida para la cual nos han educado.
A nivel externo estaba saciado de
todo; ya no sabía qué más comprar, dónde más gastar, ni qué más probar. Y a
nivel interno estaba descontento e indignado con todo, y enfadado con todos.
Pero la llegada de Misty, y mi
conexión con ella, hicieron que dejara de mirar hacia afuera, que dejara de
culpar a los demás, que dejara de ser la víctima, y que empezara a tomar las
riendas de mi vida.
Hizo que me parara. Hizo que
dejara de avanzar en el mismo sinsentido que los demás. Hizo que me diera la
vuelta, y empezara a mirar hacia dentro, hacia mi esencia, mi verdadero Ser.
Aquí cito a Mark Twain: “Cuando
te encuentres del lado de la mayoría… Es momento de parar y reflexionar”.
Con Misty he comprendido que el
dinero solo llena cuando se comparte y se invierte en valores, no en objetos.
Que no poder irse de vacaciones ni pasar una sola noche fuera, queda sobradamente
compensado con y por el amor que nos une. Que el mayor aprendizaje se produce
cuando menos te mueves, menos gastas, y menos vives desde fuera. Que cuanto más
escuchas, cuanto más observas, y cuanto más te entregas, es cuando más creces,
más evolucionas, y más maduras. Dejando de lado el victimismo, la culpa, y la
irresponsabilidad, y tomando las riendas de tu vida, de tu creación.
Con Misty he comprobado que las
casualidades no existen. Que recibimos señales constantemente. Que
absolutamente todo está conectado. Que la magia, lo místico, sigue existiendo
aunque nos hayan anulado la visión… Y que el maestro aparece cuando el
discípulo está preparado.
Con Misty he aprendido a
discernir lo efímero, lo pasajero, de lo incondicional, lo permanente. He entendido,
aprendido, y asimilado, el valor de la maravillosa y perfectamente imperfecta
impermanencia de la vida.
Como dice la séptima Noble Verdad
de Buda: A menos que tengas algo que puedas llevarte más allá de la muerte, no
posees nada en absoluto. Abre tus manos y míralas… Están vacías.
Me viene también a la mente el
cuadro de Philippe de Champaigne, Vanitas, dónde están representadas la flor
como símbolo de la efimeridad de la belleza, la calavera como símbolo del
Memento Mori (recordándonos que somos mortales), y el reloj de arena como
símbolo del Tempus Fugit (recordándondos que el tiempo es limitado).
Por todo lo aprendido y
transformado a través de mi conexión con Misty no hago más que dar las Gracias.
Gracias a Misty. Gracias a EVA. Y Gracias a David (Hermago Cortés).
A día de hoy, ya no sufro en mi
día a día. Siento dolor físico, claro que sí, pero como todo, es pasajero. Ya
no vivo desde (y con) ese ligero, pero constante, miedo irracional que nos
acompaña continuamente… Ya no sufro a nivel mental.
He dejado de proyectarme hacia
fuera, y no permito que las proyecciones de los demás me afecten. Ya lo decía Einstein:
El mundo que conocemos es una proyección de nuestros pensamientos. No podemos
cambiar el mundo sin cambiar nuestra forma de pensar.
He dejado de permitir que la
negatividad, la de los demás y la mía propia, me consuman la energía.
Y he dejado de vivir desde mi
Ego. Lo utilizo como una herramienta, como un vehículo, para relacionarme y
discurrir en mi vida exterior, pero ya no tiene el control, ya no decide
inconscientemente, ya no vive para saciarse y/o evadirse… Ya no me arrastra en
la misma dirección que los demás.
Misty ha sido mi gran Despertar,
mi conexión con la Consciencia Superior. Ha sido mi experiencia con lo
Incognoscible. Ha sido mi cambio de paradigma. Ha sido la señal que necesitaba,
justo cuando la necesitaba, y tal cual la necesitaba.
Misty ha iluminado mis patrones
de conducta y mis creencias limitantes, destructivas, y lesivas, tanto a nivel
personal, social, y laboral. Y los ha substituido por comportamientos mucho más
abiertos y comprensibles basados en la aceptación (que no resignación), y por
creencias proactivas y constructivas basadas en unos valores que me hacen
cosechar unos resultados mucho más satisfactorios en todos y cada uno de los
aspectos de mi vida.
Si dejamos de ver a nuestros
compañeros como simples animales, y nos empezamos a conectar con ellos,
descubriremos el inimaginable poder que poseen, y el increíble mensaje que nos
quieren transmitir.
Misty, con la elocuencia de su
silencio y la sabiduría de su quietud, me ha abierto las puertas del camino
hacia la Consciencia. Un camino sin retorno, de constante aprendizaje, y
continua evolución.
Un inconsciente hiper-dimensionado
es siempre egocéntrico, y el consciente no puede hacer nada salvo preservar su
propia existencia. De este modo, la consciencia es incapaz de aprender del
pasado, incapaz de entender el presente, e incapaz de fluir hacia el futuro.
No es posible despertar
a la consciencia sin dolor. La gente inconsciente es capaz de hacer cualquier
cosa, por absurda que parezca, para evitar enfrentarse a su propia alma.
Nadie se ilumina
fantaseando con figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad.
Carl Gustav Jung.
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