"La Naturaleza es la mejor maestra de la verdad."
San Agustín
Muchas personas me han dicho a lo largo de los años, que utilice la escritura para contar mi experiencia de un modo que aliente a otras personas en mi situación o a aquellos que también atraviesen momentos de enfermedad o incertidumbre y miedo.
He estado en meditación, orante, para que me lleguen respuestas, en este tiempo de cambios, donde esos estados están ya apareciendo en algunas personas.
Muchas personas están ofreciendo sus talentos, sus teléfonos, sus vídeos... Guiando meditación, oración, asesoramiento personal...
Yo no sé bien qué es lo que puedo hacer por los demás desde este lugar de retiro y con mis experiencias. Ni sé bien cuáles son las capacidades que pueda poner al servicio del otro (me parece una gran responsabilidad)
Lo que ha ido llegándome todos estos días en estos momentos de introspección, ha sido información sensorial: el sonido de la lluvia sobre nuestro tejado de madera, el viento jugando con las hojas de los árboles, el canto de los mirlos a la mañana y al atardecer, apoyados por el de otras pequeñas aves. El del autillo en la noche.
Y el de nuestros gallos, que cantan cuando les parece y que, aunque a veces resultan un poco fastidiosos, nos acompañan también con su esencia.
Con todo esto, que me ha hecho reflexionar y analizar mucho la información para ir dándole sentido, me he dicho: “a ver, Eva, ¿qué talento tienes más desarrollado para que, creativamente, puedas aunar tu experiencia y el vínculo sensorial tan ligado a la naturaleza que tienes? ¿Qué puedes hacer para poner tu granito de arena en este momento en el que todos experimentamos una realidad bastante similar (al menos en los aspectos más lineales y prácticos)”?
¡Y tengo un talento estupendo!
Y es reconocer el talento en los demás. Reconocer sus capacidades.
Así que, profundizando aún más en esta situación, me he dicho: “A ver, Eva, ¿qué es lo que más te ha ayudado durante tu proceso de aislamiento mientras atravesabas las barreras más duras y dolorosas de la incertidumbre y el miedo secundario con el que muchas veces la tenemos asociada los humanos en nuestro inconsciente?”
Y la respuesta interior ha sido muy clara, experimentar y comprender cómo ejerce su efecto la vibración en mí, saberme un campo electromagnético y hacerme consciente de cuán conectada estoy a la Naturaleza y la importancia vital de ese recuerdo.
¿Y cómo llegué hasta ahí?
Fue a través de los sonidos de la Naturaleza de Eva Julián. Os invito a visitar su página si aún no la conocéis, para que entendáis de qué estoy hablando.
Intentaré (a lo largo de estas notas) mostrar lo que he ido sintiendo a través de la práctica para localizarlos en mi parte más física, el cuerpo (y la mente, que se va regulando consecuentemente) ya que es el primer concepto de bienestar al que la mayoría nos acogemos y esa misma serenidad neurohormonal, nos lleva a la regulación psicológica y de nuestras emociones.
Vivimos en una realidad tridimensional y sensorialmente de apariencia sólida, donde el plano corporal es del que solemos ser más conscientes y el que mejor identificamos.
Incluso en los animales, hemos observado cómo lo primero que va desapareciendo es el síntoma más externo, luego se relaja mentalmente y se equilibra la producción de hormonas y neurotransmisores y de los mediadores de la inmunidad y la inflamación, regulándose sus estados emocionales.
Tengo siempre esa visión clínica y diagnóstica de la vida, tantos años dedicada exclusivamente a mi tarea profesional y dejando (lamentablemente) de lado las demás, que ahora, al menos, puede ser útil.
También me iré adentrando en mi experiencia personal en el uso de algunos de esos sonidos que componen sus botiquines, con los que estoy más familiarizada.
Por el uso en la clínica y la observación de sus efectos en mis pacientes animales, he ido aplicándome (una y otra vez con constancia) sobre regiones de mi cuerpo y también como sonidos medioambientales vibrando y sonando para mí.
Cómo actúan esos campos vibratorios sobre el campo vibratorio que yo también soy.
Y cómo (equilibrando esos planos) se equilibran también mis emociones, pues hay pulsos vibratorios sonoros que corrigen mis emisiones de hormonas, mediadores de la inflamación, de la inmunidad y demás, que derivan en mejoría física (orgánica y psicológica) y aumentan mi calidad de vida.
Si estos sonidos fueron capaces de ayudarme en momentos en los que desconocía completamente lo que me sucedía y estaba en medio del miedo y la incertidumbre como muchas personas están ahora, siento, de corazón, que también pueden a ayudar a los demás.
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