"La naturaleza no es un lujo, sino una necesidad del espíritu humano, tan vital como el agua o el buen pan."
Edward Abbey
Describiré un poco mi proceso personal, para que luego, conforme vaya mostrando cómo la Naturaleza y sus sonidos me conectaron a la vida, sea posible comprender las emociones básicas que todos experimentamos en nuestro aprendizaje, sea cuál sea nuestro escenario de vida (genéticamente único e irrepetible)
Aunque la enfermedad lleva tiempo conmigo, pues empecé a tener algunas "teclas" desde la infancia, siempre ha habido en mí el impulso interno de seguir hacia adelante.
Por eso, pese a que al final ya estaba muy afectada, siempre pude seguir trabajando.
Por eso, pese a que al final ya estaba muy afectada, siempre pude seguir trabajando.
Gracias a Dios soy una persona muy fuerte.
Mi madre dice que soy como un muñeco de esos "tentetiesos" que golpeas y parece que va a doblar, pero luego se levanta.
A partir de los 28 se agravaron los signos.
Empezaron a aparecer de un modo cíclico tras mi embarazo (uno de los momentos más bellos de mi vida) síntomas que yo sentía interconectados, pero que la Medicina tradicional oficial, (la única en la que yo entonces confiaba) me decía pertenecían a distintos ámbitos y que había que dividir la patología por sistemas y órganos.
Se me aplicaron, con mi consentimiento y revisión, distintos tratamientos y entré en diferentes hospitales para que me operaran de las supuestas causas diversas que parecían provocarme tantos síntomas.
Me hacían pruebas diagnósticas diferentes.
Tenía (y aún tengo, valoro y respeto porque son médicos estupendos y seres humanos aún mejores en su mayoría) varios especialistas de confianza a los que acudía regularmente...
Algo nada extraño en estos tiempos que corren, donde la prisa y los estados mentales nos hacen ausentarnos de nosotros mismos.
Los pacientes también somos responsables, pues muchas veces pretendemos curarnos a golpe de pastillas, sin pararnos a reflexionar y a adentrarnos en nuestro interior.
Tenía altibajos fuertes en la salud, pero el trabajo (mi pasión y vocación de servicio) me sostenía, pese a que mi vida familiar y social fueran prácticamente nulas, se fueran deshilachando y la incomprensión que este proceso lleva asociado, hiciera que dejara de dar explicaciones que no sólo nadie comprendía, sino en las que todos creían tener la razón y saber cómo debía actuar sin tener ni idea de "qué narices me sucedía".
Así somos los seres humanos (servidora incluida)
Cuando tienes un proceso que cursa con dolor y fatiga, envuelta en disfunciones cognitivas que cada vez son más graves, no sólo te encuentras con que todo el mundo se cree que sabe cuánto te duele y cómo de cansada estás, sino que (además) no tienes capacidad alguna de explicarte, ni expresarte, ni hacer que los demás comprendan. Y el desgaste es increíble. Así que optas por callarte y vas aislándote más y más sin ni siquiera darte cuenta.
Eso es algo que todas y cada una de nosotras relatamos del mismo modo.
Si tú no sabes lo que te pasa y te vas aislando para protegerte.
Si tu familia y amigos no comprenden.
Tu entorno laboral tampoco.
Los médicos no saben siquiera qué te ocurre... Es difícil entender.
No culpo a nadie, ni siquiera a mi misma, pues esto no es culpa de nadie. No soy ninguna víctima.
Sólo trato de expresar el grado de aislamiento, tan profundo, al que te puede llevar este proceso siendo (como es mi caso) una persona que, aunque muy introvertida, soy muy sociable y me encantan los demás (no puedo evitarlo)
Y el grado de comprensión (también muy profundo) que puedes alcanzar cuando "te pones en los zapatos del otro", sobre todo en este momento, donde todos estamos en la misma situación. Como en mi caso, que mi organismo se colapsó y hube de parar en seco, la situación actual nos está haciendo parar a todos de golpe. Sé que hay fenómenos físicos (en el cuerpo y la mente) de desaceleración y también sé que aparecen emociones asociadas, porque ya lo he vivido.
Desde aquí toda mi comprensión, respeto y amor, por aquellos que están experimentándolos ahora.
Desde aquí toda mi comprensión, respeto y amor, por aquellos que están experimentándolos ahora.
Una vez que tuve que dejar de trabajar porque ya ni me tenía en pie, mi hogar se convirtió en el único espacio físico en el que me he venido desenvolviendo desde hace varios años.
Vivo en el monte, casi sin vecinos. No veía a nadie, ni hablaba con nadie en días.
Igual que a muchas personas les puede estar ocurriendo ahora.
Igual que a muchas personas les puede estar ocurriendo ahora.
Maravillosa y amorosamente rodeada por mis compañeros animales y el bosque que me rodea como únicas compañías.
Sólo bajaba al pueblo a comprar, sobre todo (como ahora) provisiones para ellos y sus dietas naturales y pienso para los cerditos, gallinas y patos.
Durante unos años y por circunstancias de la vida de las cuales asumo mi responsabilidad, sin ningún otro humano a mi alrededor. Por elección y por no tener ninguna otra manera de seguir adelante sin encontrarme con la incomprensión, los malos entendidos, la angustia o la frustración de los demás y las mías propias. Y, aún siendo una elección personal, fue duro.
Por eso, hoy, no dejo de preguntarme cómo lo vivirán aquellos para los que esta situación esté siendo costosa de aceptar.
Por eso, hoy, no dejo de preguntarme cómo lo vivirán aquellos para los que esta situación esté siendo costosa de aceptar.
Aquellos que están sintiendo miedo. Aquellos que están de encierro con miembros de su familia que aún temen más que ellos la incertidumbre. O personas que han tenido como terapia los encuentros con la Naturaleza y ahora están sintiendo su carencia.
Y aquí sigo…
Hoy estoy bastante agotada, aunque mi ánimo es excelente. En presente, aún no existe nada más.
Estoy en paz.
Ahora escribo con silencio de fondo. Un domingo tranquilo como en tiempos.
Los mirlos cantaban hace un momento, saludando al medio día, gozosos, vibrándome su amor, el amor del Espíritu que todo lo une, a través de sus bellos y melódicos cantos.
Como tantas veces en momentos muchos más oscuros, alegremente comunicándome: "vive presente, vibra este amor. Cantamos cada día para ti, para que te hagas consciente de este todo y de que eres parte nuestra, parte de este entorno natural, y somos copartícipes del equilibrio en estos bosques".
Soy afortunada.
Como tantas veces en momentos muchos más oscuros, alegremente comunicándome: "vive presente, vibra este amor. Cantamos cada día para ti, para que te hagas consciente de este todo y de que eres parte nuestra, parte de este entorno natural, y somos copartícipes del equilibrio en estos bosques".
Soy afortunada.
En estos días en los que la humanidad vive un retiro forzoso, y para mí nada ha cambiado, sólo pienso en que este quedarnos en casa para proteger al otro y hacernos conscientes del valor del respeto a los demás, tan importantes, no nos haga caer en el síndrome por déficit de naturaleza también a los adultos ni se agraven los que ya padecen muchos de nuestros niños.
Me pregunto cómo podríamos evitar esto sin salir de casa.
Mientras, envío todo el amor que estos paisajes sin vecinos a quienes contagiar me regalan, contemplando en meditación y orando por aquellos que no pueden disfrutarlos.
Mi corazón me dice que puedo hacer más.
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