06/04/20 Actualización
Paseo y aislamiento por Covid-19
Si en estos días de encierro dais un breve paseo para que vuestros compañeros hagan sus necesidades, por favor, hacedlo en presencia.
Recordad que vuestra serenidad y dedicarles plenamente ese tiempo, aquí y ahora sólo para ellos (estrechando aún más vuestro precioso vínculo), les ayudará a liberar la tensión que sostienen con nuestro estrés y todos estos cambios que ellos experimentan junto a su núcleo familiar en este confinamiento repentino (y necesario), porque ellos no lo pueden comprender ni integrar del mismo modo que nosotros 🌸
——-
Una de las múltiples maravillas que mis perros me han enseñado y me enseñan cada día es el arte del paseo, algo que a todos nos encanta hacer con nuestros animales. Ellos y la Naturaleza me muestran como estar presente y conectada a la Tierra, enraizada.. Cómo salir y disfrutar al tiempo que ellos descarguen en el paseo todas las "frustraciones" que surgen entre ellos mismos como grupo y también las que su convivencia conmigo como humana con sus propios conflictos pueda provocarles.
El paseo puede ser una herramienta preciosa para vincularnos con nuestro animal y entender sus emociones y así las nuestras propias.
Actualmente convivo con seis perros (Lizzie, Luna, Lar, Deva, Penny y Cacahuet). Son algunos de mis compañeros de camino de cuatro patas, mis Maestros y guías que me hacen de espejo mostrándome todo lo que he de trabajar sobre mí misma. Observarlos me permite estar en atención mientras observo mi interior.
Si estoy impaciente o nerviosa, por ejemplo, o tengo prisa, ellos saltan, están revueltos, ladran. Me muestran que no estoy en el presente, sino "dándole al coco" o acelerada o agobiada... Sin embargo, cuando estoy en mí, centrada en lo que haga (sea que cocine, friegue o lea), conectada a la respiración, en atención y en el aquí y el ahora, ellos descansan tranquilos a mi alrededor, sus respiraciones son rítmicas y reposadas y, aunque salgan a ladrar desde sus camitas porque escuchen movimiento de personas/animales en el exterior, vuelven a descansar en silencio en cuanto se aleja el ruido de "nuestro rincón de la montaña".
Vivo en un pequeño bosque justo al pie de una montaña. Es un precioso espacio protegido con rutas delimitadas.
En ciertas temporadas del año, puedes encontrar vecinos dando un paseo dominical o senderistas cruzando por ellas, lo que se traduce en grupos de personas de edades variables (ancianos, niños, adultos), muchos de ellos con sus perros.
Salir con seis perros sueltos, implica que un encuentro con humanos y perros que griten, se asusten, impacienten y demás pueda ocasionar un conflicto (mordiscos indeseados, peleas con vecinos...)
Hubo un tiempo en el que salía por el bosque con mis perros atados porque me daba miedo que sucediera algún conflicto. Pero conforme fui adentrándome en la Comunicación animal y en el recuerdo de la escucha de la Tierra, me fueron enseñando que confiara en ellos y que sólo tenía que fluir encontrando rutas alternativas y estar atenta durante el paseo sin ir pensando en lo que le dije a mi hijo o lo que voy a hacer para cenar, ni aprovechar para hacer las llamadas pendientes,...
Algo de sentido común que la mayoría no practicamos durante el paseo con nuestros animales.
Mi equilibrio es su equilibrio
Eso es algo que todos los que tenemos el privilegio de convivir con animales podemos observar, cómo nuestros perros nos muestran nuestro interior e incluso se enferman con aquellas emociones que no somos capaces de experimentar y se quedan en negación, sin sentir, convirtiéndose en un campo vibratorio de miedos, inseguridades, culpas, vergüenzas, etc., que incide sobre nuestro animal afectando zonas específicas de su biología, (órganos y sistemas de su cuerpo) y hace que se enfermen.
Este es el fundamento de mi trabajo, mostrar mi experiencia clínica y humana para que cada uno aprenda desde su animal y llegue a sí mismo con facilidad, revirtiendo procesos y/o mejorando la sintomatología.
El paseo es una de las "terapias" más sanadoras si se realiza correctamente y no sólo me refiero a la parte técnica de manejo de correas, paso y demás (que es básico que se haga sin estrés para el animal) sino al enfoque que le damos, a la intención, a la dedicación y al aprovechamiento del tiempo para vincularnos con nuestro compañero peludo y gracias a él con nosotros mismos y nuestra propia esencia de animal humano.
En este sentido dejaré unos enlaces a los lugares adecuados para el aprendizaje y yo me centraré en contar cómo mis perros y yo salimos a pasear juntos y disfrutamos del paseo con alegría y liberando estrés, siendo una terapia para todo el núcleo familiar y no un mero acto de ejercicio físico y liberación de tensión muscular, sino también de equilibrio energético y emocional.
(http://www.gedva.es/)
Generalmente elijo horas en las que mi experiencia me dice que no me encuentro con gente (salir de noche, en silencio, entre claros de luna, es un regalazo) y también sigo rutas que el bosque me muestra, que no son las que vienen marcadas en las indicaciones para los senderistas..
Ir creándolas ha sido muy divertido para todos, creativo..
Me ha permitido contactar plenamente con el lugar, con las plantas y árboles, con los pájaros y sus distintos cantos, los sonidos y por dónde llegan y que estar en presente se haga cada vez más sencillo.
Vamos subiendo en zigzag por la ladera de la montaña, utilizando rutas que sólo usan animales como los jabalís.. A mí me hace estar atenta y a ellos les permite correr, dispersarse, oler y relajarse porque manifiestan sus instintos y los expresan, que es una de las herramientas básicas para la gestión del estrés.
Es magnífico observarles: cómo corren y estiran sus articulaciones, cómo mueven sus orejas, colas, cómo se activa su lenguaje corporal, cómo se miran entre ellos e intercambian señales de calma, cómo nunca me pierden de vista (aunque a veces se alejen un trecho enorme varios de ellos, siempre queda alguno junto a mí, cuidándome, protegiéndome).
De noche aún es más hermoso contemplar cómo se van turnando para ir a mi lado mientras paseamos. Salen corriendo, se dispersan hacia todas direcciones y vuelven junto a mí desde cualquier rincón, mirando atentamente para que no tropiece y caiga, intentando que nunca vaya sola y dándome a entender que saben perfectamente que de noche mi visión es más limitada, mis pasos son más lentos y siguen otro ritmo, y las rutas también son otras ya que a esa hora no hay riesgo alguno de encontrar transeúntes..
El paseo ha pasado de ser una rutina más en el día a día a ser el premio que disfrutamos en familia y el momento de meditación activa más bonito de la jornada.
He aprendido a caminar en silencio, atenta, conectada al ahora, al momento presente.
He podido observar con calma cómo en el silencio es mucho más fácil estar atento a todos los sonidos del bosque, sobre todo a los provinientes de otros posibles transeúntes.. Si yo estoy tranquila y les llamo para que me sigan, ellos no muestran inconveniente y lo hacen..
Sin embargo, si me despisto y de repente oigo a la gente a lo lejos, puedo ver como ellos ya han salido corriendo a husmear y "cotillear" quién anda por ahí.
Sé que no tiene por qué ocurrir nada, pero también sé que son "muchos perros de golpe" y que eso puede asustar a quienes los vean salir de repente..
En alguna ocasión y como dato "cómico", he podido escuchar frases como "un perrito, dos, tres.. ahhhhh, ¡son muchos!!", seguidos de "fuera, fuera", llanto de niños y exclamaciones de sorpresa de adultos..
¿Para qué tener que pasar por estas situaciones si podemos convivir todos en calma?
A medida que se han ido habituando a las distintas rutas, lo que he podido observar es que yo estoy mucho más consciente y nos beneficia mucho más el paseo a todos, liberando estrés a través no sólo de la liberación del instinto en mi manada, sino de la conexión con mi propia naturaleza salvaje de animal humano.. Muchas veces lo prolongamos durante horas y horas sin tropezar a nadie o, aunque lo hagamos, sin que ocurra ningún altercado entre perros y/o humanos, porque estoy en tanta calma que es eso lo único que ellos muestran a quienes nos encontramos.
Cada instante que pasamos con nuestros animales es una bella ocasión para el aprendizaje.
Gracias, Maestros peludos de cuatro patas 💕
Paseo y aislamiento por Covid-19
Si en estos días de encierro dais un breve paseo para que vuestros compañeros hagan sus necesidades, por favor, hacedlo en presencia.
Recordad que vuestra serenidad y dedicarles plenamente ese tiempo, aquí y ahora sólo para ellos (estrechando aún más vuestro precioso vínculo), les ayudará a liberar la tensión que sostienen con nuestro estrés y todos estos cambios que ellos experimentan junto a su núcleo familiar en este confinamiento repentino (y necesario), porque ellos no lo pueden comprender ni integrar del mismo modo que nosotros 🌸
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Una de las múltiples maravillas que mis perros me han enseñado y me enseñan cada día es el arte del paseo, algo que a todos nos encanta hacer con nuestros animales. Ellos y la Naturaleza me muestran como estar presente y conectada a la Tierra, enraizada.. Cómo salir y disfrutar al tiempo que ellos descarguen en el paseo todas las "frustraciones" que surgen entre ellos mismos como grupo y también las que su convivencia conmigo como humana con sus propios conflictos pueda provocarles.
El paseo puede ser una herramienta preciosa para vincularnos con nuestro animal y entender sus emociones y así las nuestras propias.
Actualmente convivo con seis perros (Lizzie, Luna, Lar, Deva, Penny y Cacahuet). Son algunos de mis compañeros de camino de cuatro patas, mis Maestros y guías que me hacen de espejo mostrándome todo lo que he de trabajar sobre mí misma. Observarlos me permite estar en atención mientras observo mi interior.
Si estoy impaciente o nerviosa, por ejemplo, o tengo prisa, ellos saltan, están revueltos, ladran. Me muestran que no estoy en el presente, sino "dándole al coco" o acelerada o agobiada... Sin embargo, cuando estoy en mí, centrada en lo que haga (sea que cocine, friegue o lea), conectada a la respiración, en atención y en el aquí y el ahora, ellos descansan tranquilos a mi alrededor, sus respiraciones son rítmicas y reposadas y, aunque salgan a ladrar desde sus camitas porque escuchen movimiento de personas/animales en el exterior, vuelven a descansar en silencio en cuanto se aleja el ruido de "nuestro rincón de la montaña".
Vivo en un pequeño bosque justo al pie de una montaña. Es un precioso espacio protegido con rutas delimitadas.
En ciertas temporadas del año, puedes encontrar vecinos dando un paseo dominical o senderistas cruzando por ellas, lo que se traduce en grupos de personas de edades variables (ancianos, niños, adultos), muchos de ellos con sus perros.
Salir con seis perros sueltos, implica que un encuentro con humanos y perros que griten, se asusten, impacienten y demás pueda ocasionar un conflicto (mordiscos indeseados, peleas con vecinos...)
Hubo un tiempo en el que salía por el bosque con mis perros atados porque me daba miedo que sucediera algún conflicto. Pero conforme fui adentrándome en la Comunicación animal y en el recuerdo de la escucha de la Tierra, me fueron enseñando que confiara en ellos y que sólo tenía que fluir encontrando rutas alternativas y estar atenta durante el paseo sin ir pensando en lo que le dije a mi hijo o lo que voy a hacer para cenar, ni aprovechar para hacer las llamadas pendientes,...
Algo de sentido común que la mayoría no practicamos durante el paseo con nuestros animales.
Mi equilibrio es su equilibrio
Eso es algo que todos los que tenemos el privilegio de convivir con animales podemos observar, cómo nuestros perros nos muestran nuestro interior e incluso se enferman con aquellas emociones que no somos capaces de experimentar y se quedan en negación, sin sentir, convirtiéndose en un campo vibratorio de miedos, inseguridades, culpas, vergüenzas, etc., que incide sobre nuestro animal afectando zonas específicas de su biología, (órganos y sistemas de su cuerpo) y hace que se enfermen.
Este es el fundamento de mi trabajo, mostrar mi experiencia clínica y humana para que cada uno aprenda desde su animal y llegue a sí mismo con facilidad, revirtiendo procesos y/o mejorando la sintomatología.
El paseo es una de las "terapias" más sanadoras si se realiza correctamente y no sólo me refiero a la parte técnica de manejo de correas, paso y demás (que es básico que se haga sin estrés para el animal) sino al enfoque que le damos, a la intención, a la dedicación y al aprovechamiento del tiempo para vincularnos con nuestro compañero peludo y gracias a él con nosotros mismos y nuestra propia esencia de animal humano.
En este sentido dejaré unos enlaces a los lugares adecuados para el aprendizaje y yo me centraré en contar cómo mis perros y yo salimos a pasear juntos y disfrutamos del paseo con alegría y liberando estrés, siendo una terapia para todo el núcleo familiar y no un mero acto de ejercicio físico y liberación de tensión muscular, sino también de equilibrio energético y emocional.
(http://www.gedva.es/)
Generalmente elijo horas en las que mi experiencia me dice que no me encuentro con gente (salir de noche, en silencio, entre claros de luna, es un regalazo) y también sigo rutas que el bosque me muestra, que no son las que vienen marcadas en las indicaciones para los senderistas..
Ir creándolas ha sido muy divertido para todos, creativo..
Me ha permitido contactar plenamente con el lugar, con las plantas y árboles, con los pájaros y sus distintos cantos, los sonidos y por dónde llegan y que estar en presente se haga cada vez más sencillo.
Vamos subiendo en zigzag por la ladera de la montaña, utilizando rutas que sólo usan animales como los jabalís.. A mí me hace estar atenta y a ellos les permite correr, dispersarse, oler y relajarse porque manifiestan sus instintos y los expresan, que es una de las herramientas básicas para la gestión del estrés.
Es magnífico observarles: cómo corren y estiran sus articulaciones, cómo mueven sus orejas, colas, cómo se activa su lenguaje corporal, cómo se miran entre ellos e intercambian señales de calma, cómo nunca me pierden de vista (aunque a veces se alejen un trecho enorme varios de ellos, siempre queda alguno junto a mí, cuidándome, protegiéndome).
De noche aún es más hermoso contemplar cómo se van turnando para ir a mi lado mientras paseamos. Salen corriendo, se dispersan hacia todas direcciones y vuelven junto a mí desde cualquier rincón, mirando atentamente para que no tropiece y caiga, intentando que nunca vaya sola y dándome a entender que saben perfectamente que de noche mi visión es más limitada, mis pasos son más lentos y siguen otro ritmo, y las rutas también son otras ya que a esa hora no hay riesgo alguno de encontrar transeúntes..
El paseo ha pasado de ser una rutina más en el día a día a ser el premio que disfrutamos en familia y el momento de meditación activa más bonito de la jornada.
He aprendido a caminar en silencio, atenta, conectada al ahora, al momento presente.
He podido observar con calma cómo en el silencio es mucho más fácil estar atento a todos los sonidos del bosque, sobre todo a los provinientes de otros posibles transeúntes.. Si yo estoy tranquila y les llamo para que me sigan, ellos no muestran inconveniente y lo hacen..
Sin embargo, si me despisto y de repente oigo a la gente a lo lejos, puedo ver como ellos ya han salido corriendo a husmear y "cotillear" quién anda por ahí.
Sé que no tiene por qué ocurrir nada, pero también sé que son "muchos perros de golpe" y que eso puede asustar a quienes los vean salir de repente..
En alguna ocasión y como dato "cómico", he podido escuchar frases como "un perrito, dos, tres.. ahhhhh, ¡son muchos!!", seguidos de "fuera, fuera", llanto de niños y exclamaciones de sorpresa de adultos..
¿Para qué tener que pasar por estas situaciones si podemos convivir todos en calma?
A medida que se han ido habituando a las distintas rutas, lo que he podido observar es que yo estoy mucho más consciente y nos beneficia mucho más el paseo a todos, liberando estrés a través no sólo de la liberación del instinto en mi manada, sino de la conexión con mi propia naturaleza salvaje de animal humano.. Muchas veces lo prolongamos durante horas y horas sin tropezar a nadie o, aunque lo hagamos, sin que ocurra ningún altercado entre perros y/o humanos, porque estoy en tanta calma que es eso lo único que ellos muestran a quienes nos encontramos.
Cada instante que pasamos con nuestros animales es una bella ocasión para el aprendizaje.
Gracias, Maestros peludos de cuatro patas 💕
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